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El único problema que he tenido con un procesador fue con un Pentium 90 (P54C), que sustituyó a mi primer ordenador basado en un 486DX33. A los pocos meses de comprarlo, el procesador estaba quemado (me lo cambiaron por un Pentium 100 sin pedirme explicaciones). Cuando hice el curso de "Reparación y Montaje de Ordenadores" entendí el por qué: Había procesadores "falsos" que realmente eran Pentium 75 a los que les cambiaban la serigrafía, y al ser procesadores con las mismas características, pero que por diferentes calidades del silicio soportaban más o menos MHz, el sistema no detectaba el engaño. Y sin quererlo hice mi primer (y único) overclocking, con nefastos resultados como se comprobó. Overclocking. Forzar las prestaciones del procesador más allá de sus especificaciones normales de funcionamiento. Pero, ¿es realmente necesario y conveniente esto?. Nuestro idioma castellano está lleno de dichos y refranes sobre este aspecto: "Vísteme despacio, que tengo prisa" o "No por mucho madrugar, amanece más temprano", por ejemplo. Y es que, desde hace mucho tiempo, al igual que pasaba con las cámaras fotográficas y la guerra de los megapíxeles, parece que hay una batalla por los MHz (y ya GHz) que nos lleva a otra frase extraída de un anuncio publicitario: "La potencia sin control, no sirve de nada". Marketing. A eso se reducen casi todos los aspectos de nuestra vida (y si no, ¿de qué tantas Redes Sociales basadas en la imagen personal?). "No dejes que la verdad, te estropee una buena noticia" (o una buena campaña de publicidad). Procesadores con más GHz, más memoria caché, más puntuación en los tests... ¿A cambio de qué?. ¿Estamos haciendo productos eficientes o productos que dilapidan consumo eléctrico, fiabilidad y durabilidad por salir primeros en las tablas comparativas?. Claro, que a lo mejor estamos siguiendo la filosofía de "un ordenador está desfasado a los dos años", pero ¿realmente el nuevo producto es mejor, o simplemente "corre" más? Que se lo pregunten a Intel y el último "problemita" con los Raptor Lake. Personalmente, prefiero pagar menos por procesadores que no se puedan "overclockear" y que sean lo más eficientes energéticamente posibles. Se puede invertir más en estabilidad y durabilidad de todos los componentes. Y sobre todo, hay que exigir a los fabricantes que hagan productos mejores en todos los aspectos (bueno, bonito, barato). Más sinceridad con el consumidor y menos marketing.
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